Joaquim Nadal i Farreras

ESTATUT: DISYUNTIVAS FALACES

La Vanguardia

Una prolongación excesiva y un más aparente que real encono partidista han situado el debate estatutario al borde del hastío colectivo. Mientras los partidos mantenemos viva, durante el verano, la polémica y apostamos por una guerra de posiciones, la inmensa mayoría de los ciudadanos están de vacaciones y procuran disfrutarlas. Todos no, claro. Hay quienes no se lo podrán permitir o simplemente deberán administrar sin grandes alegrías sus días de descanso obligado que a veces se suceden sin solución de continuidad.

No es extraño, pues, que aparezcan dudas sobre la necesidad o no de un nuevo Estatuto de Autonomía de Catalunya. Algunos comentaristas han aducido incluso las posiciones de Jordi Pujol para quien, según parece, la reforma estatutaria era innecesaria porque tenía pocas perspectivas  y porqué además el desgaste podía ser superior a los avances en materia de autogobierno.

Pero, ¿podemos seriamente pensar que transcurridos ya más de veinticinco años de la Constitución Española y del primer Estatuto, Catalunya podía quedarse quieta y expectante en la constatación de las insuficiencias y de las imperfecciones del sistema vigente y ante la evidencia que muchas otras comunidades autónomas de Estatutos más recientes estaban abordando su propio proceso reformista?

¿Es posible que estos procesos reformistas, sea cual sea su enjundia y su contenido, puedan ser considerados completamente neutros y anodinos en el debate político, mientras que el proceso en Catalunya es poco menos que tildado de un riesgo para la estabilidad del Estado?

No cabe la menor duda que en la medida que el propio modelo autonómico fue pensado y acordado para cerrar durante la transición los casos de Catalunya y Euskadi, estas dos comunidades se sitúan en el centro del debate y son escudriñadas con un filtro doble por miradas inquisidoras, que se erigen en defensoras de ideas y postulados que cuando menos en la transición se pusieron en duda y ahora aspiramos a ver superadas por la plasmación de unas ideas nuevas en la llamada España plural. Pero precisamente porque algo que fue pensado para resolver algunos casos singulares (distinción entre nacionalidades y regiones, comunidades de primera y segunda velocidad), ha saltado por los aires superado por el éxito amplio de la propia propuesta en su flexibilidad federal, hoy las reformas estatutarias deben ser consideradas a la luz de un nuevo contexto. Sin menoscabo de los derechos de aquellas comunidades que han alcanzado altas cotas de desarrollo, bienestar y autogobierno por la generalización del proceso y sin menoscabo de los derechos de aquellas comunidades nacionales, cuya singularidad y diferencia es considerada un elemento básico de la pluralidad y del nuevo pacto que se propone como culminación del relato político que se inició en 1977 y 1978.

Era imprescindible, inevitable plantear la reforma estatutaria y era indiscutible que ésta debería abordar aquellas cuestiones que, aun siendo complejas en el uso y la ambigüedad del lenguaje, podían ser la clave para denominar adecuadamente el problema. La nación es una realidad que se construye todos los días con mimbres seculares y aportaciones recientes, rabiosamente contemporáneas, y no puede ser un intento para secuestrar la realidad desde el lenguaje.

Sabíamos que podía ser polémico. Pero en la raíz de la polémica estaba la confirmación de la necesidad de la reforma al acreditar todavía la cristalización insuficiente de un modelo que se inventó precisamente para arbitrar y conciliar solidariamente realidades y comunidades nacionales diversas y plurales.

En el plano teórico se ha desbordado la polémica con la apelación, a última hora y casi a hurtadillas, de los derechos históricos como método para blindar competencias exclusivas y evitar la ingerencia y la laminación de la legislación estatal de las mismas.

Parece bastante evidente que no debería existir contradicción entre una indispensable apelación a los derechos históricos y la garantía de las competencias y de la lealtad constitucional por otros caminos. Suscribo las tesis defendidas por Miguel Herrero de Miñón en este sentido. Los derechos históricos existen, como existe la nación, y aunque ni unos ni otra no son inamovibles lo cierto es que se trata de realidades anteriores a la propia Constitución. Como corresponde al axioma que el hecho antecede siempre al derecho, que intenta ordenar y regular mediante pactos y acuerdos la realidad. Es pues del todo imprescindible la cita de los derechos históricos en el preámbulo y la que con carácter general se formula en el artículo cinco de la propuesta de nuevo Estatuto. No así en cambio la vinculación entre estos derechos históricos inapelables y la determinación de las competencias, cuya relación y características ha de surgir precisamente del acuerdo que se construya precisamente en el debate estatutario y la confirmación de las mayorías necesarias para su aprobación.

En otro orden de cosas hay quien acusa al Govern de Catalunya de dejación de sus funciones y competencias en beneficio de la ponencia conjunta del Parlament. Apuntan quienes sustentan este punto de vista que un texto estatutario surgido y propuesto por el Govern hubiese propiciado un mayor consenso de origen. Sin embargo la voluntad del Govern y muy en especial del President Pasqual Maragall ha sido considerar que desde el inicio este era un proceso en el que debían tener cabida todas las fuerzas políticas catalanas con representación parlamentaria, en el gobierno y en la oposición, y este es el sentido que hay que atribuir a las dos reuniones en la cumbre (Miravet y Parlament) entre los Presidentes de dichas formaciones políticas. Hoy parece claro, aunque alguien pueda albergar algunas dudas, que con el proceso seguido con las aportaciones del Instituto de Estudios Autonómicos y los trámites en doble lectura en la ponencia parlamentaria se daban garantías suficientes de transparencia y participación. Se abría, asimismo, la oportunidad de acoger en el proceso a una mayoría amplia capaz de dejar de lado las querellas partidistas y anteponer la voluntad patriótica de avanzar en un texto que pudiese prospera en las votaciones en el Pleno del Parlament con la seguridad de superar los dos tercios de los votos, y con garantías de abordar el debate en las Cortes Generales con apoyos solventes.

Es cierto que la transmisión en tiempo real de todas las incidencias de recorrido ha mermado la capacidad de negociación y maniobra, aunque no es menos cierto que al desgaste por hastío se ha sumado en las últimas semanas el desgaste por las lealtades perdidas y las lealtades reclamadas o la razón última de todas las lealtades, en una escalada que quizás aporte dividendos inmediatos, pero que entraña asimismo graves riesgos de ruptura y bloqueo.

Aunque tampoco hay que olvidar que el solapamiento de un doble debate, no sucesivo como debiera, sino simultáneo, entrecruzando argumentos del debate en Catalunya, del debate en las Cortes Generales ha producido un innecesario cruce de descalificaciones, ha anticipado debates posteriores, y ha transmitido temores atávicos impropios de un debate moderno y civilizado. Esgrimir sin pudor las condiciones de aprobación en términos de claudicación podría transmitir el oculto deseo de ver fracasar el proceso en Catalunya para no tener que abordar de raíz el problema en el debate posterior.

Es evidentemente impropia la salida de tono de quienes en tiempo de descuento cambiaron la baraja e introdujeron el blindaje de competencias mediante los derechos históricos. Pero para que quede claro que el proceso seguido era necesario, pertinente y bien planteado debería quedar claro que el debate en Catalunya es, en la madurez del modelo autonómico,  autónomo, y que su resultado final en el Parlament de Catalunya y con la aprobación de un texto Estatutario no se habrá eliminado la pulsión tensa, en conflicto, de algunos argumentos contenidos en el texto y que son la base misma del desencuentro que ahora se intenta saldar. Neutralizar ahora el contenido de mayor ambición para Catalunya sería tanto como pedir que Catalunya abdicara de su propia condición en Catalunya mismo. Pidiendo que se dimita, y abonando las tesis de la innecesariedad de la reforma, del objetivo central de la reforma, que no es otro que acercar con competencias y recursos la administración al ciudadano y concretando que los centros de decisión y de poder no pueden mantenerse alejados y al albur de la discrecionalidad y de criterios aleatorios. Parece una simplificación, pero no lo es. Porqué no siempre los ciudadanos de Catalunya han visto amparados sus derechos en términos de equidad y solidaridad. Es paradójico, pero así es. De ahí que los principios básicos de la financiación, sin su cuantificación, deban contenerse y explicitarse en el Estatuto, para responder adecuadamente a los ciudadanos de Catalunya de un ejercicio adecuado y suficiente de las competencias que le son propias.

La última disyuntiva se despeja con esta última afirmación; es una disyuntiva falsa. No hay y no ha habido ninguna pretensión de refugiarse en la agenda identitaria para ocultar las limitaciones de la agenda social.

Hoy nadie duda que el Estatuto se propone otorgar instrumentos más válidos, eficaces y modernos para desarrollar políticas de crecimiento, competitividad, ocupación y bienestar que respondan a la prioridad social de todo el Govern y en primer lugar de su President y a las naturales reclamaciones de sus ciudadanos.

Todos han entendido que si no hay crecimiento y creación de riqueza no hay condiciones para desplegar en toda su plenitud la aspiración al estado del bienestar. Nadie debería pues dudar que habiendo cuestiones manifiestamente mejorables en Catalunya y en España, como en todas sus comunidades, desde una perspectiva más federal, éstas están en la base misma de la propuesta de nuevo Estatuto y del camino hacia la solidaridad federal y la lealtad constitucional que acuña la España plural.

Concluyo. No hay excusas porque no hay disyuntivas. Es importante la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía de Catalunya. Lo es en el interés de Catalunya y de los ciudadanos y ciudadanas catalanes, como lo es también para España entera. De no prosperar  este Estatuto sólo la derecha sacará provecho. El camino a seguir nos lo marca la experiencia histórica cuando en los momentos cruciales las fuerzas políticas catalanas han sabido actuar
unitariamente. Ha llegado el momento de dejar de lado actitudes aventureras y poner a contribución la capacidad negociadora de todos para sacar adelante el proyecto.

PUBLICAT A: http://hemeroteca.lavanguardia.es/preview/2005/08/19/pagina-21/41108472/pdf.html?search=”estatuto”,%20″nadal

19 Agost 2005 Posted by | ARTICLES D'OPINIÓ, La Vanguardia | , , | Comentaris tancats a ESTATUT: DISYUNTIVAS FALACES

GIRONA I ELS ESTUDIANTS

Diari de Girona

La ciutat està pletòrica aquests dies. Queden ja lluny els ressons del Festival de Músiques Religioses, que ha d’assolir una equiparació i prestigi internacionals del mateix nivell que el Festival de Fes. Agost veu com la programació d’estiu es modula i reparteix amb tranquil·litat, sense acumulació. Els visitants augmenten d’una forma continuada i no només en època d’estiu sinó tot l’any. Els grups reduïts es reparteixen ordenadament pels carrers del barri vell i recorren amb interès i atenció els nostres monuments i la nostra geografia urbana. Un turisme més familiar s’ha fet també present a Girona amb una certa vinculació amb els vols de baix cost. És un turisme de pocs dies, d’una o dues pernoctacions, però d’un poder adquisitiu considerable. En aquest sentit podem dir que hem fet tant la desestacionalització com la diversificació que sempre  havíem dit que necessitàvem.

Els carrers han quedat nets després de les pluges més recents i han recuperat aquell to més depurat, sense adherències, ni aquell punt polsegós que agafa la pedra de les llambordes quan fa dies que no plou. Potser més preocupats per reciclar que per netejar, aquesta és una realitat que s’ha fet més evident després d’aquestes tempestes d’estiu, amb què ens ha obsequiat, encara amb gasiveria, una climatologia poc decidida a ploure amb ganes.

En el recorregut més habitual pels carrers del centre històric es pot apreciar una clara puixança i vitalitat. Establiments nous o que es renoven, vells carrers decrèpits que inicien a l’ombra dels seus carrers veïns el camí d’una recuperació que semblava del tot impensable fa una dècada. Així hem vist, successivament, la resurrecció de les Ballesteries, del carrer dels Calderers i, ara, sorprenentment, i amb una altíssima qualificació assistim a la plena eclosió residencial i comercial del carrer de la Barca.

No es tracta de fer cap mena de triomfalisme. Es tracta de constatar la força d’una realitat nova i de ser capaços de trobar els mecanismes més adequats per a respondre-hi amb eficàcia, tot superant els defectes i les mancances que tampoc no ens costaria gens de trobar.

Però ara i des de fa uns anys hi ha un fenomen nou. Una nova mena de visitants. Els estudiants o els pares dels estudiants que vindran a l’hivern a estudiar a la Universitat de Girona. No és difícil identificar aquest nou tipus de visitant que busca pis o si ja l’ha trobat comença el lent procés d’adequar-lo i posar-lo en condicions per a l’hivern.

No fa gaire dies vaig trobar a la Cort Reial un senyor que em va demanar pel camí per anar a Ikea. De Badalona o d’Hospitalet? Vaig respondre. No, no, de Girona. És que hem llogat un pis per al nostre fill, que ve a estudiar a Girona, i voldríem comprar alguns mobles de bon preu. Ho sento, vaig dir. A Girona no hi ha aquest magatzem d’origen i capital suec. Hi ha d’altres establiments al centre o a la perifèria de la ciutat on potser podria trobar productes semblants.

De cop se’m va fer més evident que mai, amb més claredat que mai, una dimensió no prou coneguda ni valorada de l’impacte econòmic de la Universitat a la nostra ciutat. Sabíem ja que el mercat dels pisos de lloguer havia fet una pujada sensible i que algunes agències s’hi havien especialitzat. Però potser mai no hem sigut prou conscients de la dimensió i l’abast del fenomen. Si avaluem l’impacte econòmic dels sectors, si les ciutats quantifiquen el resultat econòmic del turisme, de les fires, dels congressos, la nostra ciutat també hauria d’avaluar i quantificar l’impacte econòmic de l’existència de la Universitat de Girona, específicament sobre la seva economia. Sobre el mercat de pisos, sobre la restauració, sobre l’oci, sobre les activitats culturals, el cinema, les llibreries, el teatre, el ball, etc. Quins hàbits nous i quins circuits s’han creat pel fet de tenir una població flotant que potser el cap de setmana se’n torna a casa, però que entre setmana s’incorpora de ple a la vida ciutadana?

I finalment la qüestió clau. Estem preparats per aquesta nova situació? Donem respostes i serveis satisfactoris? Hi hem pensat conscientment alguna vegada i hem planificat en funció de la dimensió de la demanda? Els pares que vénen per ajudar els seus fills se senten ben atesos, se’n tornen contents a casa o més aviat es troben una ciutat indiferent, contenta d’haver-se conegut i no prou decidida a fer cap esforç pel fet mateix que moltes coses li han vingut donades sense massa esforç?

No formulo preguntes impertinents. Constato que avui tenim a Girona un nou tipus de visitants. Potencials turistes si troben solució fàcil al problema que vénen a resoldre, i ciutadans enutjats i mals propagandistes si se n’han de tornar a casa seva cansats i amb la sensació de no haver acabat de trobar el que buscaven.

Estic segur que la ciutat pletòrica d’aquests dies no és un miratge. Estic segur que l’Auditori que cada dia va prenent més forma i s’integra més en la Devesa, que el Teatre Municipal que s’ha de reincorporar a la vida ciutadana en uns mesos, s’afegiran immediatament a l’oferta que ens fa canviar cada dia i ser més i més atractius per a tothom. Però per a respondre adequadament ens cal pensar-hi, planificar una mica i tenir respostes convincents. Ens cal saber escoltar, saber atendre i saber respondre. I si en sabem, cada dia que passi multiplicarem els ambaixadors en el món, que explicaran amb ulls encuriosits de foraster i amb una sensibilitat diferent que nosaltres no podem tenir, els mèrits i els atractius d’una ciutat mitjana que es dibuixa i perfila en l’horitzó amb els volums del seu recinte fortificat, feudal i eclesiàstic disposat a mostrar-se amb generositat total.

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19 Agost 2005 Posted by | ARTICLES D'OPINIÓ, Diari de Girona | , , | Comentaris tancats a GIRONA I ELS ESTUDIANTS

BARENBOIM A PERALADA

Diari de Girona

Dilluns passat al vespre vam tornar a Peralada. Vam sortir de Girona poc abans de les nou. Havia fet un dia tapat i el cel amenaçava pluja. A aquella hora no em vaig poder estar de constatar com es fa d’evident que els dies s’escurcen. El cel ennuvolat hi contribuïa d’una manera decisiva. Ens sobrava temps i per no arribar massa d’hora vam fer l’autopista a una velocitat molt moderada, per dessota dels estàndards permesos. La línia de l’horitzó marcada pel Pirineu mostrava la potència de la meteorologia. Els núvols arrapats a la carena, blancs esgarrapant els pics i negríssims de fons, carregant tot el cel baix d’una negror amenaçant. Però per més aires de tempesta que hi hagués ja ens hem acostumat a un ploure escàs, mandròs, resistent. Per més que les condicions atmosfèriques semblin favorables, no acaba mai de descarregar amb ganes. El cel no es deixa anar i reté amb avarícia l’aigua que ens manca.

Des de la variant de Figueres vam optar per passar per Vilabertran i el nou pont de la Muga. És una aproximació diferent a Peralada, feta més des de les cotes baixes de la Muga i amb una percepció més clara del caire feudal i fortificat de la població. Arribar a Peralada des de la carretera N-260 és com entrar-hi per la porta del darrere. Entrar per Vilabertran és arribar a les portes de la població de la seva muralla i del seu castell. En el trajecte de la minúscula carretera alguns blats de moro mig rostits i esfilagarsats anuncien sed a dojo.

A Peralada hi havia d’actuar Daniel Barenboim com a director i la West-Eastern Divan Orchestra. Hi havia un punt d’emoció a l’ambient, pensant més en el simbolisme que en la música. L’optimisme i l’entusiasme dels organitzadors van fer començar el concert. Vam començar amb alguna gota i enfundats des de l’inici en els impermeables. De fet la climatologia era autènticament amenaçadora, però malgrat tot el públic majoritàriament aspirava a escoltar la música de Weber, Mozart i Mahler amb un silenci reverencial i amb un respecte extraordinaris. Una minoria inquieta s’hauria estimat més que no comencés i ho manifestava amb algun crit escadusser o picant de peus. Però sota una pluja de degoteig i intensitat creixents vam veure desgranar amb gran eficàcia les dues primeres peces i encara la segona incompleta. La intensitat de la pluja però no feia recomanable la continuïtat del concert, més per manca de confort que per manca d’interès, subratllat per una execució excel·lent.

Però mentre va durar la música vaig viure sensacions íntimes d’una gran intensitat. L’impermeable feia com un efecte de bombolla aïllant. Tancat en la bombolla, quiet per no mullar-me, escoltava de prop el degoteig de la pluja sobre el plàstic i l’eficaç música de l’orquestra amb més silenci, més amb mi mateix que mai. Sentia una placidesa especial que arraconava totes les incomoditats que objectivament potser hauria percebut. M’interessava per damunt de tot alhora la pluja i la música. Sentia cada gota com un efecte benèfic sobre els blats de moro dels camps que acabava de travessar per la carretera de Vilabertran, com un bàlsam per al paisatge, per als rius, per als pous, per als boscos, per als arbres. No em feia gens de nosa la pluja. Més aviat m’acompanyava amb satisfacció i gust. Estava content, tranquil, en pau. Sol dins la bombolla envoltat de més mil cinc-centes persones. Mai no va acabar de ploure amb força. Sostinc que aquest cop tampoc no es va deixar anar el cel, tot i que va ploure amb més intensitat i amb més continuïtat de la que jo recordava en els darrers mesos. De fet, tot el camí de tornada cap a Girona va continuar plovent, però tampoc no va durar gaire i em vaig quedar amb la recança de pensar que hauria estat bé que plogués tota la nit.

La música, en canvi, em portava absort a l’orquestra. Al projecte, la idea i la pràctica de Daniel Barenboim i Edward Said d’unir joves intèrprets israelians i palestins. La música no parla hebreu ni àrab. La música uneix els esperits, els cors i les vides d’aquests joves. No sabem ben bé, ni potser mai ningú els ho ha preguntat, què pensen mentre toquen. Estan concentrats en la música. Però el seu cap se’n va cap al conflicte, els enfrontaments, la violència la permanent incomprensió? Mentre ells toquen plegats, què fan i com conviuen les seves famílies? Fa temps que sé, i ho vaig aprendre a Sarajevo, que amb la cultura sol no es pot construir la pau i menys aturar la barbàrie. Però és evident que la cultura pot ser un ingredient indispensable de regeneració i de pacificació si preval el sentit íntim i espiritual de les coses per damunt de la duríssima materialitat dels enfrontaments. La bellesa de la música només és igualable a la bellesa de l’intent de Barenboim i Said. L’intent tot sol no podrà resoldre res, però serà una bellíssima metàfora d’una realitat possible desmentida cada dia als territoris del conflicte. Un dia, però, prevaldrà l’energia constructiva d’aquest propòsit i fructificaran també els camps d’Israel i Palestina com ho fan els camps regats de l’Empordà per una pluja escassa.

Tornarem a Peralada perquè Barenboim li va prometre a Carmen Mateu, excel·lent amfitriona i dilluns desolada, que tornarien l’any que ve. I amb pluja o amb una serena esplèndida renovarem la fe en els cors nobles dels músics de l’orquestra com una aposta per la pau possible i anhelada.

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(Aquest article forma part del recull Vides amb nom. Girona, CCG Edicions, 2005. pàg. 283-285)

5 Agost 2005 Posted by | ARTICLES D'OPINIÓ, Diari de Girona | , , , , | Comentaris tancats a BARENBOIM A PERALADA