CARTA DE JOAQUIM NADAL A JOSÉ ÁNGEL CUERDA. SÓLO SE CUMPLEN DIECIOCHO AÑOS UNA VEZ
El Correo Español – El Pueblo Vasco
Querido José Ángel:
Sé que puedo incomodar tu talante modesto, pero sólo se cumplen dieciocho años una vez. El mundo municipal ha alcanzado su mayoría de edad y aquí estamos, en la primera trinchera, desde 1979, tu y yo y algunos más.
Como puedes imaginarte no puedo ni quiero dejar pasar la oportunidad de reivindicar el municipalismo, la amistad, la honradez, la generosidad y la pasión por la ciudad y por la sociedad.
Recuerdo perfectamente mi primera visita a Gasteiz en 1981. El impacto fue tremendo y la sintonía, inmediata. Las circunstancias y una voluntad común de modernizar las policías locales nos habían permitido un primer contacto a través de Jaume Curbet, entonces teniente de alcalde en Girona. Y Jaume intuyó enseguida que entre Vitoria y Girona, y entre sus dos alcaldes había algunos paralelismos y no pocas coincidencias. Asistí, como recordarás, a una sesión plenaria en la que aprobásteis un proyecto y la adjudicación de las obras para un nuevo matadero. Y la primera fase (de más de mil millones) de remodelación del casco histórico, el fruto de la almendra, para tomar prestado el título de un libro que recoge aspectos centrales de esta labor de recuperación. Conocí entonces Mendizorroza y Gamarra y visitamos los primeros centros cívicos. Al regresar a Girona no pude reprimir mi entusiasmo y escribí un artículo titulado “Vitoria – Gasteiz, la ciudad del mañana” (en catalán, en el diario El Punt) en el que proclamaba abiertamente una sana envidia por la abundancia de recursos, la claridad de ideas, la abundancia de proyectos y el desarrollo equilibrado de una ciudad de crecimiento rápido.
Más tarde y en visitas sucesivas he podido conocer con más detalle la política de suelo y vivienda, los centros cívicos de segunda y tercera generación, he frecuentado el Palacio Europa y he comprobado sobre el terreno las políticas de bienestar social y de calidad de vida que habéis orientado.
Los centros de formación, los dispositivos de ocupación, las residencias o pisos para la tercera edad han sido siempre pioneros de unas políticas sociales que no he dudado en calificar de abiertamente socialdemócratas. En más de una ocasión he comentado contigo o con María Jesús Aguirre estos aspectos esenciales que yo no he dudado en calificar de política de izquierdas, aunque ésto me haya representado algún reparo de mis compañeros socialistas.
La política de solidaridad y cooperación, los programas de difusión e impulso de los derechos humanos completan en la esfera internacional un amplio programa de propuestas y realizaciones atractivas, atrevidas y progresistas que se traducen en una ampliación constante de la calidad de vida y el bienestar de los vitorianos, sin desdeñar la permanente exigencia y la implicación cívica en temas que aunque se plantean lejos nos conciernen a todos.
Cada vez que he renovado un mandato, y ya van cinco, he decidido, en un momento u otro, acercarme a Vitoria-Gasteiz para compartir contigo unas horas e invitar a compartirlas a algunos de los nuevos concejales o concejalas de Girona con voluntad de impresionarles y con el vivo deseo de hacerles conocer una realidad distinta y obligarles a relativizar nuestra propia realidad.
En estos encuentros hemos hablado de todo y hemos ido hilvanando una sólida amistad forjada en la solidaridad por temas y preocupaciones comunes y en la generosidad de tu constante disponibilidad.
Me has dado sobradas muestras de generosidad, amistad y honradez. Para mí, estos valores perdurarán más allá de nuestros mandatos y tienen una importancia superior, si cabe, a la pasión que nos mueve por Girona y Gasteiz.
Hace pocos días una emisora vitoriana me preguntó por nuestro encuentro en Laguardia con Javier Sampedro. Guardo de estos dos encuentros un recuerdo imborrable y quiero retener de esta ocasión la dimensión humana por encima de las diferencias de partido. El orgullo de los tres hablando de Laguardia, Girona o Gasteiz borraba eficazmente nuestras diferencias. Es lo que quise decirle a Javier con un abrazo y a uno de sus hijos con una palmada, en enero pasado, la última vez que nos vimos.
Comprobar que el ansia de vivir hace la vida más maravillosa es un mensaje que quizás cueste de entender pero ayuda a comprobar cómo la lucha por unas ciudades más dignas ha contribuido decisivamente a la madurez de este país.
Te deseo lo mejor, te felicito por tus dieciocho años y no me olvido de que no hemos hecho nada con ambición o protagonismo personal, sino que lo hemos hecho con la estrecha colaboración de muchos equipos y con la decidida voluntad de interpretar y servir la voluntad popular.
Un abrazo.
(Aquest article forma part del recull Vides amb nom. Girona, CCG Edicions, 2005. pàg. 123-125)