Joaquim Nadal i Farreras

CATALANISMO

El País

La todavía reciente conmemoración del centenario de las Bases de Manresa y las incursiones históricas, teóricas y políticas que ha desencadenado la propuesta de Felipe González a Jordi Pujol para participar en el gobierno español han puesto en evidencia la precariedad ideológica del catalanismo político contemporáneo. Precariedad que es casi carencia de ideas o cuando menos sequía absoluta de ideas innovadoras.

Todas las evocaciones históricas se han ceñido a los antecedentes de Prat de la Riba y Cambó y el desconcierto sembrado por la casi total  cerrazón de Jordi Pujol por un lado y los coqueteos indisimulados de Miquel Roca por otro no han dado pie, que yo recuerde, a aportaciones y análisis demasiado certeros.

La absoluta concentración en los antecedentes más conocidos del catalanismo conservador y burgués ha empobrecido el debate y ha negado carta de naturaleza a otras aportaciones que en el pasado y en la actualidad, sin maniqueísmos de derechas o izquierdas, se mueven, cuando menos por derroteros más creativos, plurales y progresistas. Es cierto que la opción de CiU en política española es desconcertante, pero no es menos cierto que traduce con una envidiable precisión las contradicciones del nacionalismo conservador. En el pasado, por lo menos, la existencia de una sólida base social  amparada en la burguesía industrial daba a las incursiones conservadoras catalanas hacia España un tono de consistencia en torno a unos intereses identificables y reconocibles. Hoy en cambio esa base social si no ha desaparecido se ha dispersado y ha perdido identidad productiva, industrial. Algunos apuntes de las memorias de Manuel Ortínez, Una vida entre burgesos, no tienen en este sentido desperdicio y apuntan a algunos de los problemas de la burguesía catalana actual de un modo tan certero que habrá sido, sin duda, mal recibido.

Y esa misma realidad se filtra a la esfera política. Unos podían fácilmente desertar, desde su internacionalización, de su catalanismo y otros han perdido peso en el conjunto. De ahí que las vacilaciones de CiU traduzcan unas ideas bruscas en las formas, deliciosamente políglotas, exquisitamente cosmopolitas en su proyeccción europea liberal, aliñadas con algunas recetas aceptables de política económica pero con ribetes montaraces, casi carlistas, en muchas realidades hacia adentro.

Ese catalanismo de tentaciones fundamentalistas no resuelve con sus contenidos propuestas y actitudes, a menudo muy intransigentes, los problemas de la sociedad catalana actual.

Lo cierto es que no hay recetas mágicas. Pero seria bueno que entre todos avanzáramos propuestas de un catalanismo progresista, plural, auténticamente interclasista, abierto, creativo, imaginativo, federal, europeo.

Los historiadores siempre han tenido que ir a buscar un catalanismo de este talante en las catacumbas y los exilios ideológicos de las izquierdas, pero no han conseguido darle carta de naturaleza y compensar el predominio, la hegemonía de las propuestas conservadoras. En realidad esta es la enorme tarea que tenemos pendiente los políticos. Aunque primero nos tendremos que ejercitar en desenterrar bazas proscritas pero reales y muy sólidas que en estos días nadie nos recuerda.

 

25 Juliol 1993 Posted by | ARTICLES D'OPINIÓ, El País | , , , | Comentaris tancats a CATALANISMO

BAILANDO CON LOBOS

El País

Sin duda la imagen del baile acuñada por Jordi Pujol al término de las elecciones del seis de junio fue una referencia afortunada. A medida que han ido pasando los días los comentaristas habrían podido jugar ingeniosamente con la imagen. ¿Quién abre el baile?  ¿Quién juega al cambio de pareja?  ¿Quién propina unas evidentes calabazas?  ¿Quién se deja querer pero acaba envuelto en la telaraña de su propio coqueteo?  ¿Quién acaricia suavemente a la más bella del baile y al poco rato desencadena un desplante espectacular?

El baile siempre ha sido un teatro social de la realidad  muy sutil y complejo. Lo digo como observador externo, como simple “voyeur”. Yo no bailo, no he bailado nunca. Nunca nada y ya me he acostumbrado a asumir este déficit.

Pero volvamos al baile de la formación de gobierno. El primer episodio ya ha terminado. Y Felipe González abrió el baile como debía. Avanzó con movimientos ajustados hacia las parejas más dispuestas, más disponibles y mejor pertrechadas. El gesto insólito sorprendió a más de uno por su valentía y por su novedad. Los nacionalismos históricos se encontraron ante una encrucijada nueva que en parte ellos mismos habían propiciado pero para la que no estaban preparados. Los vascos demostraron mayor madurez y cintura. La escenografía del baile combinó ajustadamente los papeles de Ardanza y Arzalluz. No así los catalanes. Pujol casi no bailó. Roca parecía no estar invitado a la fiesta. A lo sumo debía moverse entre bastidores. En cualquier caso los socialistas mostraron una predilección considerable por los nacionalistas catalanes. Dudo que hicieran de la necesidad virtud. Felipe González y Narcís Serra han sido sinceros en sus propuestas convencidos de la importancia histórica del momento y de la oportunidad de contrastar ante la realidad todos los escarceos que habia practicado en la política española Jordi Pujol en los últimos años.

Al final, sin embargo, se abre un compás de espera. No han sido unas sonoras calabazas. El voto afirmativo y las educadas manifestaciones de Miquel Roca mantienen abierta la puerta de la colaboración, el pacto, el consenso, la negociación, la participación y la corresponsabilidad.

Palabras solemnes repetidas una y otra vez. Apoyo a la gobernabilidad la más repetida de todas. Pero la gobernabilidad no se juega únicamente en la superestructura del poder del Estado y en las más altas cotas. Se gana cada día, con el esfuerzo constante, con el ejemplo, con demostraciones cotidianas.

Y la experiencia cotidiana es alarmante. Por más que se intente trasplantar a Catalunya la cultura del pacto, por manifestaciones explícitas que hayan aparecido en este sentido, la dura realidad de las relaciones institucionales, el forcejeo cotidiano de los departamentos de la Generalitat con los Ayuntamientos, desmienten la existencia de una voluntad constructiva.

Nuestra experiencia local y profundamente enraizada en Catalunya apunta a la virtualidad de un filme peligroso. Felipe González, Narcís Serra, y tantos otros deberían saberlo. Han abierto el baile, pero o cambian mucho las cosas o se pueden encontrar “Bailando con lobos”, aunque tengan piel de cordero.

15 Juliol 1993 Posted by | ARTICLES D'OPINIÓ, El País | , , , | Comentaris tancats a BAILANDO CON LOBOS